Sólo así puedo definir la enorme satisfacción que produce comer en el restaurante IBAI de San Sebastián. Dejémonos de todo tipo de artificios, olvidemos placeres accesorios a la gastronomía como las vistas del comedor, las mantelerías de finos hilos, las cuberterías de plata rococó, los ejércitos de magníficamente entrenados, vestidos y enseñados camareros y somelliers, las esferificaciones, los nitrógenos o los humos. NO. Este es un restaurante para aquellos a los que SOLO LES GUSTA COMER LO MEJOR Y ENTRE AMIGOS. Y no es un restaurante; me atrevería a decir que es más bien el salón de unos amigos que te invitan a disfrutar en su propia casa. Unos amigos con la capacidad de rastrear y capturar las mejores piezas de cualquier artículo gastronómico verdaderamente excepcional…y da igual que sean las mejores alcachofas que puedan encontrarse, un melanospurum de tamaño descomunal, el único lenguado de más de 3 kilos que hay en la costa vasca ese día, o chuleta de esa que ya no se encuentra.
Pues bien, para aquellos que verdaderamente aman la comida, el producto excepcional de temporada, una manera de cocinar tradicional pero PERFECTA en su ejecución (y que de sencillo no tiene nada), este es su restaurante…si es que les reservan una mesa.
Y no tengo nada más que añadir…tan sólo que aquellos que tengan la fortuna de comer en el Ibai por primera vez, no olviden que están en casa de unos amigos, que allí se va a comer el mejor producto preparado de la mejor manera posible, que como en casa, hasta que no se hace la compra no se sabe lo que se cocinará (por eso no hay carta)…y eso tiene un precio, que se paga en metálico, por cierto.
Os pongo unas fotos de mi última visita al que sin duda es mi restaurante favorito "para comer" (no un restaurante de los que denomino "parque de atracciones gastronómico"). Qué recuerdo de las patatas melosas con trufa…no podéis dejar de pedirlas!
viernes, 31 de enero de 2014
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