Recordaréis que la experiencia en el "Sea Grill" de Bruselas fue realmente decepcionante, todo lo contrario al "subidón" de ver al Presidente Barroso subirse en nuestro querido "HIRIKO". A raíz de esa experiencia, reflexionaba sobre la incoherencia entre lo que un restaurante de primer nivel debe aportar a un comensal y el circo y parafernalia que adornan muchos de estos supuestos templos gastronómicos. Sin embargo, cuando parecía ya todo perdido, tuve la oportunidad de visitar un pequeño restaurante cerca de Ampuero (Cantabria), más en concreto en el Santuario de la Bien Aparecida. El restaurante se llama SOLANA...y por fin un restaurante con estrella Michelín colmaba mis aspiraciones más básicas!!
Para empezar, la propuesta culinaria no induce a error. No promete artificios, humos, hidrógenos, moléculas ni extraterrestres diseccionados. Sólo producto de garantías, reinterpretación de la cocina tradicional y una buena técnica de elaboración con algún ramalazo de modernidad. Y ya está...sencillez de propuesta (que no por sencilla es fácil) y honradez de planteamiento gastronómico, con buenas raciones, buenos productos y una presentación acorde a lo que se espera de un chef (Ignacio Solana) formado en la nueva cocina.
Con un menú degustación de 55 € que te hace disfrutar de la sencillez de lo realmente bueno y unos vinos en carta con precios muy ajustados, ¿a quién le importa que se les olvide ofrecer guardarropía, que en 3 horas de comida no pudiera identificar al sumiller, o que una de las camareras no supiera lo que es un Riesling?
Os pongo algunas fotos de sus platos, y sin duda alguna, lugar de visita inexcusable para todo aquel que se encuentre en las cercanías de Laredo.
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